Miércoles / “The Wapshot chronicle” by John Cheever
“The Wapshot Chronicle is the telling of the history and circumstances of the eclectic Wapshot family. The small, perhaps antiquated, New England river town of St. Botolphs is the home of the Waphot family: Honora, born on Oahu of missionary parents but raised by her paternal Uncle Lorenzo; Leander, an aging and gentle ferryboat operator and would-be suicide; his wife Sarah (Coverly) Wapshot, mother of Moses, the errant and mischievous elder brother to Coverly, the adoring and somewhat lambent brother. The Wapshot Chronicle is an exploration of the clash between pious and bourgeois respectability, the slippery mores of a new and vigorously changing America and the inner drives of hearty, small-town New England stock.”
“Basada en una novela de John Cheever, conocido como el Chejov de los suburbios, “The Swimmer” explora la temática de un autor preocupado por sacar a flote la infelicidad y el declive moral de la clase media norteamericana. Dirigida por Frank Perry y con guión de su mujer Eleanor, el propio Cheever participó asesorando a la pareja. Cuento simbólico que tardó varios años en ver la luz, hasta que Sam Spiegel la produjo para la Columbia, a cambio de la cesión del control definitivo y montaje por parte del director, lo que sirvió a la postre como excusa para el despido de Perry y la finalización del filme en manos del amigo de Lancaster, Sidney Pollack (especialmente notamos su pulso narrativo en aquellas oníricas escenas que emergen desenfocadas, reflejando la distorsionada realidad que vive el personaje, durante el paseo de Ned Merill (Burt Lancaster) y la joven Julie Ann Hooper (Janet Landgard)).“
“Uno quisiera ser capaz de escribir alguna vez un cuento a la manera de John Cheever. Un cuento no muy largo, entre diez y quince páginas, sin un argumento muy preciso aunque con personajes que dieran en seguida una impresión a la vez de rareza y de familiaridad, con una voz narradora cercana a ellos pero también poseedora de secretos que ellos ignoran y que los lectores no llegarán a conocer del todo, una voz que mantendrá el mismo tono cálido en la tercera que en la primera persona. El punto de partida no será muy llamativo; la superficie de la historia se mantendrá tersa hasta el final; habrá observaciones agudas sobre los gestos y los sentimientos de las personas, instantáneas sobre un paisaje o sobre la luz de una ciudad que tendrá una precisión trémula de polaroids; y poco a poco, según avance el relato, lo que parecía una observación realista de hechos comunes se habrá convertido en una fábula ligeramente siniestra o del todo pavorosa, o fantástica, y la claridad primera de los propósitos y de las vidas habrá derivado de manera más o menos visible hacia un abismo de ruina. En esas diez o quince páginas cabrá el arco entero de un destino; habrán sido la crónica de unos personajes suspendidos desde ahora en un recuerdo sin tiempo y sin embargo servirán como testimonio de una época recién pasada y ya remota.”
“… Dice Updike: Sus protagonistas errantes se mueven, en sus frágiles simulacros suburbanos del Paraíso, de una isla de momentánea de felicidad amenazada a otra”.
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